Resultados de un seguimiento y análisis
hemerográfico y documental
RECUENTO DE DAÑOS A LAS
LIBERTADES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN DURANTE EL
2001
Verónica Trinidad
Martínez* / Rogaciano Méndez** / Manuela Olivos***
/ Omar Raúl Martínez****
* Coordinadora de la Unidad de Seguimiento
y Análisis de la Libertad de Expresión de la Fundación
Manuel Buendía.
** Secretario general del Sindicato Nacional de Redactores de
la Prensa (SNRP).
*** Colaboradora y analista de la Fundación Manuel Buendía.
**** Presidente de la FMB, director de la Revista Mexicana de
Comunicación y coordinador de Periodismo de la Universidad
Iberoamericana.
Si bien es preciso reconocer
un escenario de mayor apertura y crítica en los foros informativos
nacionales, tampoco puede soslayarse que, durante 2001, los actos
contra periodistas y medios de comunicación siguieron presentándose
en México prácticamente con la misma recurrencia
que en el último año de régimen zedillista.
Y aunque el Presidente Vicente Fox ha reiterado el respeto irrestricto
de su gobierno a las libertades de expresión e información,
en los hechos, el Poder Público se mantiene, al igual que
en las administraciones priístas, como el principal responsable
de afectar e inhibir el ejercicio periodístico. En ese
contexto no pueden pasarse por alto las expresiones descalificatorias
que el Primer Mandatario hizo a principios de noviembre en torno
al quehacer informativo de los medios de comunicación ("hay
muchisima calumnia, hay muchísimo engaño, hay mucha
mentira"), oportunidad en la que deslizó una velada
postura inhibitoria que no pocos acomedidos subalternos estarían
dispuestos a cumplir ("No faltan las voces que me piden que
ya ponga orden. Por supuesto que no voy a poner ese tipo de orden
a través de restringir la libertad de expresión").
El estado de las libertades de expresión e información,
en suma, no presentó mejoría alguna en 2001 y, muy
al contrario, evidenció un deterioro al consignarse un
incremento del 25% (126 casos) respecto al último año
de gobierno del presidente Ernesto Zedillo, cuando se registraron
101 actos.
Del total de incidentes registrados, tres fueron asesinatos, 25
lo constituyeron agresiones físicas, 14 consistieron en
citatorios a comparecer ante un Juez o el Ministerio Público
y 12 se tradujeron en demandas judiciales, con lo que estos dos
últimos casos se consolidaron como la segunda y tercera
causas, respectivamente, de actos contra informadores.
Tales aseveraciones se desprenden de análisis hemerográfico
y documental sobre los actos contra las libertades informativas
en nuestro país -ocurridos durante 2001 a nivel federal-
realizado por la Fundación Manuel Buendía, el Sindicato
Nacional de Redactores de la Prensa, el Centro Nacional de Comunicación
Social y la Academia Mexicana de Derechos Humanos, como parte
de los trabajos emprendidos por la Red Mexicana de Protección
a Periodistas y Medios de Comunicación, de la cual también
son organismos miembros el Centro de Periodistas de Investigación,
el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
La Fraternidad de Reporteros de México y el Centro de Derechos
Humanos Fray Francisco de Vitoria.
Visión Global
Entre el 1º de enero y el 31 de diciembre de 2001, y de acuerdo
con los criterios metodológicos de la Red, se consignaron
126 incidentes contra periodistas y medios informativos en todo
el país, 49 de ellos (39%) ocurridos en el Distrito Federal.
Del universo de hechos registrados, la mayoría se dirigieron
contra periodistas (76%) en tanto que los restantes (24%) fueron
contra las instituciones mediáticas en general.
Al profundizar en el tipo de actos, pudo advertirse que el 58%
del total referido lo constituyeron agresiones públicas
o embozadas contra periodistas (47%) y medios (11%), mientras
que el 42% fueron hechos que pueden significar inhibición
o presiones a periodistas (29%) y medios (13%).
Por lo anterior no resulta extraño que entre los actos
más recurrentes estén las agresiones físicas
(20%), seguidos de las citas a comparecer (11%), las demandas
(10%), las amenazas o intimidaciones (8%). Y con menores cuantías
se ubican atentados, anuncios de demanda y detenciones, con 6%,
6% y 5%, respectivamente. En esta ocasión se registraron
tres asesinatos ocurridos en Chihuahua (2) y Tamaulipas (1), que
representan un 2% del total de casos.1
En consecuencia, como en años anteriores, quienes resultaron
mayormente afectados por la naturaleza misma de su actividad fueron
los reporteros con 33% de incidencias, y en orden descendente
los columnistas con 9%, corresponsales con 8% y fotorreporteros
con 7%. Dentro del mismo segmento vale resaltar que, con similares
tendencias que en el pasado, los informadores de la fuente política
(29%), de información general (24%) y policiaca (22%) fueron
los que sufrieron el mayor índice de agresiones y actos
inhibitorios.
Como en los tres años precedentes, la prensa registró
el número más elevado (55%) de actos contra las
libertades informativas, a pesar de que en los primeros seis meses
del actual Gobierno los datos indicaban que los medios electrónicos
estaban acumulando la mayor cantidad de agravios.
Así, después de los diarios y revistas, la televisión
(16%) y la radio (11%) fueron los medios que captaron el más
elevado porcentaje de incidentes que pueden considerarse atentatorios
a las libertades de expresión e información en México.
Una tendencia preocupante es la relativa a los motivos por los
que medios y periodistas resultaron agredidos o inhibidos, habida
cuenta de que en el 82% de los actos se implican razones evidentemente
de carácter informativo y se desglosan de la siguiente
manera: 27% por ejercer su quehacer reporteril al momento de cubrir
la información, 26% a causa de los contenidos publicados,
22% fueron debido a denuncias dadas a conocer a través
de los medios. 10% por razones desconocidas o no investigadas,
y 7% por críticas.
Al analizar a los presuntos responsables, se manifiesta una constante
prevaleciente desde años atrás: que los distintos
representantes del Poder Público siguen encabezando la
lista con 54% de incidencias. Tal dato engloba cuatro segmentos:
fuerzas del orden, 22%; funcionarios de gobierno, 21%; instituciones
de gobierno, 6%; y funcionarios de dependencias policiacas, 5%.
En el 11% de los actos no se logró identificar a los actores
materiales o intelectuales de los hechos, dato con el que lamentablemente
se garantiza mayor impunidad. Cabe señalar que particulares
y grupos sociales ocuparon un destacado lugar al obstaculizar
las libertades de expresión e información en 10%
y 6% de los casos respectivamente; se incorporaron a la lista
los directivos de medios con 8%.
Del periodo analizado, los meses de marzo, abril y mayo, junto
con el último trimestre del año, acumularon la mayor
parte de los incidentes contra informadores y medios (69%). Y
es que, curiosamente, marzo (14%), abril (7%) y mayo (13%) fueron
meses cargados o inundados por una vorágine informativa
que implicó la caravana zapatista y las acciones desarrollados
por el EZLN en la Ciudad de México hacia la aprobación
de la Ley de Derechos y Cultura Indígenas, la discusión
y aprobación de tal propuesta de ley en el Congreso, la
difusión y debate sobre el nuevo proyecto hacendario del
gobierno federal, la auditoría al ejercicio administrativo
de la ex jefa de gobierno del DF, Rosario Robles y un alarmante
número de amenazas hechas en contra de defensores de derechos
humanos y periodistas, que culminaron con el asesinato de la abogada
Digna Ochoa.
Una mirada al Distrito Federal
De acuerdo con el seguimiento hemerográfico y documental,
los estados más afectados en cuanto a la violación
de las libertades informativas fueron el Distrito Federal (39%),
tres entidades del sur del país: Chiapas (7%), Guerrero
(6%) y Veracruz (6%) y el Estado de México (6%), seguidas
de Coahuila (5%), Michoacán (4%), Sonora (4%) y Chihuahua
(3%).
Como se indicó anteriormente, del total de casos consignados
en el presente recuento, 49 sucedieron en la Ciudad de México.2
De tal conjunto salta a la vista un dato que mueve a la reflexión:
desde la perspectiva numérica se mantuvo el número
de atropellos en relación con el 2000 en que se registraron
48 incidentes, entre agresiones y actos inhibitorios, pero aumentaron
los hechos que pueden significar presiones a periodistas y medios,
al pasar de 35% en el año anterior a 53% en el año
que trata el presente análisis. Esto resulta preocupante
pues -sin dejar de reconocer el legítimo derecho de recurrir
a instancias jurídicas por parte de quienes se sienten
agraviados por determinadas informaciones- supone que los actores
políticos acuden cada vez más a mecanismos legales
como demandas (14%), anuncios de demandas (12%) y citas a comparecer
ante la autoridad (8%).
El dato no resultaría inquietante si en México existiera
un marco legal de medios acorde con los nuevos tiempos políticos,
o si por lo menos se aplicara la Ley de manera imparcial al margen
de interesadas coyunturas políticas. Y es que, sin dejar
de reconocer ciertos actos de irresponsabilidad de los medios
de comunicación, lo cierto es que en ocasiones se inician
procesos judiciales contra ellos sólo para inhibir el ejercicio
crítico de las libertades informativas en contra de los
poderes establecidos.
En contraste se consolidó la tendencia descendente del
índice de agresiones físicas, pues se consignaron
en todo el año únicamente nueve actos de esa índole,
mientras que tan sólo en los primeros seis meses de 2000
ocurrieron siete hechos de esta naturaleza en el Distrito Federal.
A diferencia de la visión nacional en que el Poder Público
aparece como responsable en 54% de los actos, la tendencia en
el ámbito capitalino es hacia la baja, pues sumó
32% de casos con esta presunción.
En el rubro de quienes han resultado mayormente afectados, la
diferencia entre lo que ocurre en las esferas federal y local
tiene sus matices, pues para el caso de los reporteros los porcentajes
son 33 y 22%, respectivamente, mientras que para los columnistas
las cifras obtenidas son 8 y 18%, en cada caso. De ellos, una
amplia proporción tiene como tarea referir o comentar los
sucesos de la vida pública del sector social y político:
el 33% estaba adscrito al área de información general,
29% era de la fuente política, 12% pertenecía a
la sección policiaca, y 12% a la de espectáculos.
En el 51% de los 49 incidentes ocurridos en el DF, la prensa fue
el medio más afectado, después la televisión
con 20%, seguidos de diversos con 16% y radio con 10%.
Casi de la misma manera que en la visión global, el grueso
de los actos (76%) tuvo lugar en los últimos meses del
año y en el primer cuatrimestre del 2001, desglosado de
la siguiente manera: octubre, 20%; noviembre, 12%; y septiembre
10%; así como mayo, 14%; marzo y abril, 10% en cada mes.
La explicación de este comportamiento, pudiera encontrarse
en que en dichos períodos se efectuaron varios sucesos
que concentraron la atención crítica de los medios
informativos: operativos policiacos en colonias populares, marchas
y plantones políticos de organizaciones civiles, la visita
de la Comandancia General del EZLN al Distrito Federal, la protesta
de ciudadanos a la inicia y posterior aprobación de reforma
hacendaria del Gobierno Federal, la auditoria administrativa al
anterior gobierno capitalino, entre otros.
Por ende, nada extraño resulta que casi el total de agresiones
y actos inhibitorios (91%) ocurridos en la Ciudad de México,
hayan sido motivados por la cobertura, crítica o denuncia
sobre alguno de estos sucesos, y se reparten de la siguiente forma:
por contenidos, 49%; por cumplir la labor informativa, 20%; por
ejercer la crítica, 10%; por razones desconocidas, 6%;
y por denuncias 6%.
Fox y los periodistas
Desde los primeros meses de su administración, el Presidente
Vicente Fox etiquetó a los sectores críticos de
la prensa como el círculo rojo, y aunque en un principio
le manifestó un franco respeto por su contribución
a la democracia, lo cierto es que durante el último bimestre
del 2001 no pudo contener controversiales expresiones descalificatorias
contra medios y periodistas.
El 3 de noviembre, en su programa radiofónico Fox en vivo,
Fox contigo, sostuvo con un dejo de enfado:
Hay muchísima distorsión en la manera como se
dan las noticias, hay muchisima calumnia, hay mucho engaño,
hay mucha mentira recientemente en los medios de comunicación.
Hoy tengo más interés que nunca de hablar con ustedes
directamente, que conozcan de viva voz lo que realmente está
pasando en nuestro país para que, de esa manera, podamos
hacer un juicio propio, un juicio personal. [...] Así no
hay distorsión, así no hay engaño, así
no prevalece la calumnia.
En aquella emisión radial,
el Jefe del Ejecutivo expuso cuatro polémicas consideraciones:
A) "Francamente, hemos estado bajo una metralla impresionante
de ataques por una sarta de babosadas que no tienen la menor importancia
para nuestro país."
B) "No faltan las voces que me piden que ya ponga orden.
Por supuesto que no voy a poner ese tipo de orden a través
de restringir la libertad de expresión."
C) "Yo ya deje de leer una buena cantidad de periódicos
porque francamente me amargaban un poco el día."
D) "De mi parte ni se crean que me van a tumbar con críticas
de periódicos."
Frente a tales declaraciones es menester apuntar lo siguiente:
1) El periodismo no es -no puede ser en una democracia- un ejercicio
zalamero del poder. Por tanto resulta un despropósito que
un Presidente convoque a celebrar las alabanzas de su gobierno.
En un contexto prodemocrático, el quehacer periodístico
tiene justamente una misión distinta: escrutar y evaluar
el ejercicio de los poderes, promover el intercambio de opiniones
y críticas sobre la realidad política y social,
indagar y plantear las prospectivas de los asuntos públicos,
y evidenciar las inepcias y los excesos del poder público.
2) Cuando Vicente Fox expresa que le han sugerido que "ponga
orden" frente a la crítica periodística y asegura
que no intervendrá, la primera impresión es que
esa desafortunada frase encierra un velado tinte que oscila entre
la benevolente tolerancia y la suave advertencia. Porque frente
a este tipo de posturas públicas del poder político
es dable la posibilidad de que algún funcionario o empleado
menor pudiera adoptar, por propia iniciativa, esa línea
de conducta para congraciarse con sus superiores. Sin atrevernos
a plantear conclusiones terminantes en tal sentido, ¿no
resulta curioso que noviembre y diciembre de 2001 -bimestre posterior
a dichos señalamientos- sean dos de los cinco meses con
mayor número de actos contra periodistas y medios?
En suma: la Red Mexicana de Protección a Periodistas y
Medios manifiesta su rechazo e inquietud frente a este tipo de
declaraciones presidenciales o de cualquier otro alto funcionario
de gobierno, por las acciones implicitas que podrían sugerir
a sus subalternos. La molestia pública del poder de ninguna
manera puede equipararse a la crítica periodística.
Ahora, si hay inconformidad respecto del comentario o la cobertura
errática o malintencionada de ciertos medios de comunicación,
entonces que los representantes gubernamentales afectados lo expresen
con nombre y apellidos, sin generalizar y descalificar a todo
un gremio.
Conclusiones
El presente análisis documental y hemerográfico
no representa un diagnóstico acabado sino sólo una
aproximación al estado de las libertades de expresión
en información en México durante el 2001, primer
año de gobierno del presidente Vicente Fox y del Jefe de
Gobierno del Distrito Federal, Manuel López Obrador.
Por ello este Recuento de Daños únicamente pretende
advertir los rumbos y tendencias que se perfilan en la materia
de acuerdo con las fuentes hemerográficas y documentales
de que se dispone. Al respecto vale resaltar que las cifras del
presente informe habrían sido más abultadas si se
hubiesen incluido las 14 demandas que el periódico Reforma
asegura le fueron interpuestas el año pasado3.
Lamentablemente, pese a la solicitud expresa, la Red Mexicana
de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación
no tuvo acceso a la información respectiva. De igual forma,
tampoco se incluyeron otros casos insuficientemente documentados,
debido a lo turbio de sus circunstancias y motivaciones, y se
retiró un caso de asesinato luego de que las autoridades
competentes concluyeron que el crimen no fue motivado por razones
del ejercicio periodístico.
Dicho lo anterior, vale enunciar las siguientes conclusiones:
1) Entre el 1º de enero y el 31 de diciembre de 2001 se registraron
126 actos contra periodistas (76%) y medios de comunicación
(24%), tres de cuales fueron homicidios ocurridos en Chihuahua
(2) y Tamaulipas (1).
2) Los casos más recurrentes fueron agresiones físicas
(20%), aunque concentraron un porcentaje considerable los citatorios
a comparecer ante una autoridad Judicial (11%), las demandas (10%)
y las amenazas e intimidaciones (8%).
3) Quienes cotidianamente reportan las noticias continúan
siendo los más golpeados con un 33% de incidencias, seguidos
de los columnistas (9%), los corresponsales (8%), y los fotorreporteros
(7%), particularmente de las fuentes política (29%), información
general (24%) y política (22%).
4) A pesar de que en el Recuento semestral documentamos un desplazamiento
momentáneo de la prensa escrita por los medios electrónicos
como los destinatarios del mayor número de actos, en el
balance anual la tendencia se revierte y los diarios y revistas,
como en los tres años anteriores, vuelven a ser los que
más incidencias acumularon al registrar 55% de las agresiones,
seguidos de la televisión (16%), diversos (13%) y la radio
( 11%).
5) De acuerdo con las fuentes hemerográficas consultadas,
más de tres cuartas partes de las 126 agresiones y presuntos
hechos inhibitorios contra periodistas tuvieron implicaciones
de carácter profesional y se repartieron de la siguiente
manera: 27% por ejercer su labor reporteril, 26% por los contenidos
de sus textos, 22% por denuncias, 7% por asumir una postura crítica,
y otros de menor cuantía.
6) Los representantes del Poder Público siguen encabezando
la lista de presumibles agresores con un total global de 55%,
que se desglosa como sigue: fuerzas del orden, 22%; funcionarios
de gobierno, 21%; desconocidos, 11%; particulares, 10%. En este
mismo apartado destaca el dato relativo a que directivos de medios
se han incorporado como presuntos responsables, con un nada desdeñable
8% de los incidentes; y los grupos sociales se mantienen en la
lista de quienes vulneran las libertades de expresión e
información a nivel nacional con el 6 % de los casos.
7) Los últimos meses de 2001 y el primer semestre del mismo
año, concentraron la mayor parte de los actos contra las
libertades de información (76%) debido quizás a
la vorágine de hechos ocurridos en esos lapsos -que originó
intensos debates tanto en la sociedad como en los medios de comunicación-,
tales como la caravana zapatista, la discusión y aprobación
de la propuesta hacendaria del gobierno federal, la reactivación
de la ley de la Cocopa y el grave número de amenazas hechas
en contra de defensores de derechos humanos y periodistas, que
culminó con el asesinato de al abogada Digna Ochoa.
8) De los 126 casos consignados en contra de las libertades informativas,
49 de ellos (39%) ocurrieron en el Distrito Federal. Tal dato
revela que se mantiene el número de casos en relación
con el año 2000 cuando hubo 48 incidentes, entre agresiones
y actos inhibitorios, aunque aumentaron los hechos que pueden
significar presiones a periodistas y medios, al pasar de 35% en
2000 a 53% en 2001.
9) En contraste con lo sucedido a nivel nacional en que el Poder
Público es el principal responsable con el 55% de incidencias,
en la capital la cifra se ubicó en 32% de los casos con
esta presunción.
10) La Red Mexicana de Protección a Periodistas manifiesta
su rechazo a todo tipo de aseveraciones del Poder Público
que pudieran sugerir, velada o abiertamente, acciones inhibitorias
en contra del ejercicio periodístico.
NOTAS
1)
Por el rigor metodológico de la presente investigación,
es pertinente aclarar que las indagatorias realizadas acerca del
homicidio del conductor de al empresa Multimedios Estrellas de
Oro, Humberto Méndez Rendón, acontecido en Gómez
Palacios, Durango, concluyeron que su muerte no tiene relación
con el ejercicio periodístico, por lo que ha sido retirado
de nuestro análisis estadístico.
2) Vale resaltar que, como en anteriores estudios,
la mayor parte de la información que sirvió de base
para el presente Recuento procede de medios impresos e instituciones
asentadas en la Ciudad de México. Por ello, resulta insalvable
el que se registre un mayor número de actos ocurridos en
esta parte del país en relación con el resto de
los estados, lo que a su vez puede suponer una visión centralista.
3) El 26 de abril de 2001, Alejandro Junco de
la Vega, presidente y director general de Grupo Reforma declaro
que "en los últimos cuatro meses, Grupo Reforma ha
enfrentado 14 casos en el país de denuncias penales que
entorpecen el trabajo informativo y que suelen estar manejados
por Ministerios Públicos que dependen o están relacionados
con los denunciantes".
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