Resultados de un seguimiento y análisis
hemerográfico y documental
RECUENTO DE DAÑOS A LAS
LIBERTADES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN DURANTE EL
2000
Verónica Trinidad
Martínez* / Angélica Pineda** / Omar Raúl
Martínez***
* Coordinadora de la Unidad de Seguimiento
y Análisis de la Libertad de Expresión de la Fundación
Manuel Buendía (FMB). ** Periodista de Radio Educación.
*** Presidente de la FMB, director de la Revista Mexicana de Comunicación
y coordinador de Periodismo de la Universidad Iberoamericana.
Pese a tener como marco
la elección presidencial más disputada de la historia
de México, el año 2000 significó el periodo
menos violento en los últimos seis años para el
ejercicio de las libertades de expresión e información.
A diferencia de lo ocurrido durante la administración salinista
en que el año electoral por la Presidencia (1994) concentró
el 31% de los actos contra periodistas y medios de ese sexenio,
el 2000 acumuló poco menos de una octava parte de los hechos
contra las libertades informativas sucedidas desde 1995.
No obstante de que la tendencia observada en informes de otros
años permitía albergar serios temores de que la
fuerte competencia electoral cobrara caras facturas a los profesionales
de la información, por fortuna ello no ocurrió en
la medida en que se preveía, y pudieron consignarse 101
casos de agresiones y actos inhibitorios de las libertades de
expresión e información contra medios y periodistas
en México.
En otras palabras: en el 2000 se observó un decremento
del 25% con respecto de los 135 casos registrados en 1999; y del
50% en referencia a 1998 (el año más difícil
para la prensa mexicana durante el sexenio del presidente Ernesto
Zedillo Ponce de León), cuando se documentaron 202 agresiones
y actos inhibitorios contra periodistas y medios de comunicación.
Los 101 registros del 2000 significan también un descenso
del 46% en relación con los 187 casos seguidos en 1997
por la red y del 16% en cuanto al promedio de 120 casos observados
en 1995 y 1996.1
Empero, si bien la administración zedillista cerró
con una disminución importante de actos contra el ejercicio
periodístico, globalmente se caracterizó como el
sexenio más peligroso y difícil para quienes refieren
la historia inmediata. En tal periodo se tuvo conocimiento de
865 agravios y actos inhibitorios de las libertades de expresión
e información en México, lo que significa un aumento
del 25% con respecto de su antecesor, Carlos Salinas de Gortari,
cuyo sexenio se había perfilado como la etapa con el mayor
número de actos contra medios e informadores, con 645 registros
en total.2
Por fortuna, no se observó la misma situación en
lo referente a asesinatos contra periodistas, pues durante el
2000 sólo se documentaron dos ligados con su ejercicio
profesional, que sumados a los 22 informadores ultimados en los
cinco años anteriores de la administración zedillista
dan un total de 24. El dato resulta contrastante si lo comparamos
con los 46 asesinados durante el periodo de Carlos Salinas de
Gortari.
Todo lo anterior se desprende de un análisis y seguimiento
hemerográfico y documental sobre el estado de las libertades
de expresión e información en México durante
el año 2000, realizado por la Fundación Manuel Buendía
y la Academia Mexicana de Derechos Humanos, con el valioso apoyo
del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa y el Centro
Nacional de Comunicación Social, como parte de los trabajos
emprendidos por la Red Mexicana de Protección a Periodistas
y Medios de Comunicación, de la cual también son
organismos miembros la Fraternidad de Reporteros de México,
el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez
y el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria.3
Un dato que se advierte en los estudios de la Red Mexicana de
Protección a Periodistas y Medios de Comunicación,
y sobre lo cual manifiesta su profunda preocupación, hace
referencia a que una parte importante de los asesinatos de periodistas
en los últimos años han ocurrido por investigaciones
que efectuaban en torno al narcotráfico, con lo que se
hace evidente que si bien la transición democrática
ha comenzado a redundar en un mayor respeto al ejercicio periodístico
por parte de funcionarios y ciudadanos en general, el mayor peligro
ahora lo representan las organizaciones criminales.
Asimismo, la Red plantea al nuevo gobierno que resulta inaplazable
una reforma jurídica que promueva y garantice no sólo
el respeto y ejercicio de las libertades de expresión e
información en nuestro país, sino que además
impulse una legislación en materia de derecho y acceso
a la información, como condición indispensable para
avanzar hacia linderos auténticamente democráticos.
Visión global
De acuerdo con los criterios metodológicos de la Red Mexicana
de Protección a Periodistas4, de los 101 casos registrados
durante el 2000, el 59% fueron agresiones públicas o embozadas
contra periodistas (51%) y medios de comunicación (8%),
mientras que el restante 41% lo constituyeron hechos que pueden
significar inhibición o presiones a periodistas (34%) y
a medios (7%).
Lo anterior ratifica la tendencia observada en informes anteriores
elaborados por la Red Mexicana de Protección a Periodistas
y Medios de Comunicación, en el sentido de que por fortuna
las agresiones directas contra medios e informadores están
disminuyendo, pero en contraposición los grupos de poder
y de presión están acudiendo cada vez más
a acciones jurídicas basadas en un marco legal cuya interpretación
y aplicación discrecional o condicionada a determinadas
coyunturas políticas, en ocasiones atenta contra las libertades
de expresión e información.
Del total de casos (101), la mayoría fueron cometidas contra
periodistas (85%) y el resto (15%) se dirigieron contra los medios.
Por tanto, las agresiones físicas fueron las más
recurrentes, con el 26% de los casos, seguidas por las citas a
comparecer (17%) y las amenazas e intimidaciones (13%). Con menor
cuantía se ubicaron los atentados (7%), los bloqueos informativos
y las demandas, (6% cada cual).
Los periodistas mayormente expuestos a agresiones son quienes
están en la búsqueda directa de la información,
es decir, los reporteros (42% de los casos) y los fotógrafos-reporteros
(14%), con lo que la posibilidad de una agresión es consustancial
al ejercicio del reporteo, máxima que demuestra la precariedad
de nuestro Estado de Derecho. En tercer lugar se ubicaron los
columnistas, con el 8% de los registros.
A ello hay que agregar que los periodistas y medios que reciben
más agresiones o presiones son los de medios escritos,
en el 61% de los registros documentales o testimoniales obtenidos,
seguidos por los de medios televisivos (13%) y los de radio (4%).
Con base en las cifras anteriores, no resulta sorprendente que
el 38% de los casos tuvieran como causa directa el contenido de
la información publicada, o el ejercicio mismo de la labor
periodística en el 37% de los casos.
La cerrada competencia electoral que vivimos los mexicanos y que
tuvo su momento culminante el 6 de julio de 2000 se reflejó
en el hecho de que mayo (11%), junio (12%) y julio (12%) fueron
los meses en que se produjeron los mayores porcentajes de agresiones
y presiones contra periodistas y medios. También el mes
de febrero (11%) fue significativo, pues fue cuando la Policía
Federal Preventiva entró al campus de Ciudad Universitaria
para desalojar a los paristas que habían mantenido paralizada
a la Universidad Nacional Autónoma de México por
casi un año.
Las números hasta aquí referidos permiten explicar
por qué el Distrito Federal fue la entidad en la que se
encontró el mayor número de casos (48%), seguidos
por los estados de Guerrero (8%) y Chihuahua (5%), así
como San Luis Potosí, Morelos, Baja California, Campeche,
Estado de México, Michoacán, Nuevo León y
Veracruz (3% cada uno).5
En lo relativo a quiénes fueron los mayores agresores contra
medios y periodistas, se ubicaron en primer lugar las fuerzas
del orden (26%), seguidas por desconocidos (14%), instituciones
de gobierno (11%), funcionarios de dependencias policiacas (11%)
y funcionarios de gobierno (8%), así como directivos de
medios (7%), miembros o instituciones educativas (6%) y partidos
políticos (5%).
De lo anterior se deduce que el conflicto universitario siguió
teniendo repercusiones importantes no sólo en la labor
informativa que debieron desplegar los medios, sino también
en los riesgos que debieron asumir los periodistas capitalinos.
Asimismo, es menester destacar la impunidad que persiste en torno
a los actos contra quienes ejercen el periodismo, en virtud de
que en un alto porcentaje de casos no se logra identificar directamente
al agresor.
Mirada particular a periodistas
De los 86 casos de informadores afectados que pudieron documentarse,
el 60% correspondió a agresiones públicas o embozadas
y el 40% a hechos que pueden significar inhibición al ejercicio
de la libertad de expresión.
La mayor parte de las agresiones públicas fueron agresiones
físicas (30%), amenazas o intimidaciones (14%), bloqueos
informativos (6%), y secuestro (3%), observándose por fortuna
que los actos en contra de la vida de los periodistas muestran
una disminución, pues los casos de asesinatos y atentados
tuvieron un porcentaje de 2% cada cual.
En lo que se refiere a hechos inhibitorios que pudieran significar
presiones a informadores, la mayor parte fueron llamados a comparecer
(20%), demandas (6%), y detenciones (5%), seguidas por los despidos
por censura o actos de arbitrariedad en la edición, con
un 2% en cada categoría.
Los motivos por los que se presentaron las agresiones públicas
o embozadas estuvieron relacionados en primer término con
el cumplimiento de la labor misma (38%); en segundo lugar con
los contenidos informativos, posibles denuncias o posibles contenidos
(6% de cada categoría), en tanto que los hechos que pueden
significar inhibición al ejercicio periodístico
obedecieron en el 30% de los casos al contenido informativo, y
en el 5% al ejercicio de la labor informativa.
Los responsables de las agresiones públicas o embozadas
contra periodistas, de acuerdo con las fuentes hemerográficas
y documentales consultadas, fueron las fuerzas del orden (24%),
desconocidos (12%), miembros o instituciones educativas (6%) y
partidos políticos (5%); mientras que en lo relativo a
quienes incurrieron en hechos que pueden significar inhibición
al ejercicio periodístico destacaron los funcionarios de
dependencias policiacas (12%) e instituciones de gobierno (10%),
así como los directivos de medios (6%) y las fuerzas del
orden (5%).
Habida cuenta de quienes fueron los agresores, no resulta sorprendente
saber que los reporteros, los fotógrafos-reporteros y los
columnistas fueron los periodistas mayormente agraviados, con
el 49%, 16% y 9% respectivamente, seguidos por los fotógrafos,
corresponsales y conductores, con un 4% cada uno.
De allí que también resulte lógico que los
periodistas de las fuentes política, policiaca y de información
general sean los que mayores peligros enfrentan en su labor cotidiana,
según revelan los porcentajes que observó cada categoría:
política 45%, policiaca 26%, información general
17% y educativa 8%. Este último dato obedece, como ya se
señaló anteriormente, al conflicto estudiantil en
la máxima casa de estudios.
Mirada a medios
En el 2000 se documentaron 15 casos de incidentes contra medios
de comunicación, que se concentraron en los medios escritos
(67%), seguidos por las radiodifusoras y las televisoras (13%
cada cual).
De esos 15 casos, el 53% lo constituyeron agresiones públicas
o embozadas, en tanto que el restante 47% fueron hechos que pueden
significar presión o inhibiciones contra los medios de
comunicación.
Las agresiones públicas se tradujeron en atentados, en
el 33% de los casos, en tanto que los actos de censura, los bloqueos
informativos y las amenazas o intimidaciones tuvieron un porcentaje
de 7 puntos cada cual.
En cuanto a las presiones contra medios, el 20% de los casos se
refirieron a anuncios de demandas; mientras que el robo, la demanda,
la confiscación y los anuncios de bloqueos informativos
tuvieron un porcentaje de 7% cada uno.
Los aparentes responsables de las agresiones directas fueron,
curiosa o paradójicamente, los directivos de los propios
medios o desconocidos (13% cada uno), o bien, supuestos narcotraficantes,
miembros o instituciones educativas, funcionarios de gobierno
y fuerzas del orden (7% cada categoría). Asimismo, los
presuntos responsables de cierto tipo de presiones contra medios
de comunicación fueron particulares, miembros u organismos
deportivos, instituciones de gobierno, grupos políticos,
funcionarios de gobierno, ex directivos de medios y desconocidos,
con un porcentaje de 7% cada cual.
Los motivos de las agresiones directas fueron desconocidos, en
el 27% de los casos; y por los contenidos de la información
publicada, en el 13%; mientras que en lo que se refiere a las
presiones ejercidas contra medios de comunicación, éstas
obedecieron en el 33% de los casos a los contenidos informativos
y a posibles contenidos o por motivos desconocidos, en un porcentaje
del 7%.
Conclusiones
Como en años anteriores, conviene apuntar que el presente
análisis hemerográfico y documental constituye una
aproximación de los hechos sucedidos en contra de las libertades
de expresión e información en México. Su
realización obedece a una valiosa suma de esfuerzos aglutinados
en la Red Mexicana de Protección a Periodistas y Medios
de Comunicación cuya medular tarea ha sido consignar, documentar,
denunciar, analizar todo tipo de agresiones o actos inhibitorios
del ejercicio de las libertades informativas en el país.
Así, en este Recuento de daños, podemos entresacar
las siguientes conclusiones:
a) Durante el 2000, se consignaron 101 casos de agresiones y actos
que pueden significar inhibición o presiones contra periodistas
y medios, con lo cual se evidencia un decremento del 25% en relación
con 1999, cuando se registraron 135 incidentes. Y en contraste
con 1998, se advirtió una disminución de 50%, pues
en ese año hubo 202 actos contra el quehacer informativo.
b) Pese a lo anterior, proporcionalmente aumentaron los hechos
que pueden significar inhibición o presiones a periodistas
y medios: de 30% de los casos anotados en 1999, la cifra creció
a 41% en el 2000 en ese rubro. Este dato mueve a la reflexión
si tomamos en cuenta que actos como citas a comparecer ante la
autoridad (17% de los incidentes en el periodo estudiado) o demandas
(6%) han resultado prácticas cada vez más frecuentes
en los últimos años, debido quizás al propósito
de algunas fuentes o personajes públicos de inhibir el
ejercicio crítico de las libertades informativas, o debido
al quehacer insuficientemente fundado o irresponsable de algunos
informadores.
c) En el 2000 sólo se registraron dos asesinatos aparentemente
vinculados al oficio periodístico, y que en particular
pudieran tener implicaciones del narcotráfico, lo cual
obliga a prender una luz de alerta en la medida que los traficantes
de droga tienden a perfilarse, cada vez con mayor claridad, como
continuos responsables de atentar contra el quehacer periodístico.
d) Como en años pasados, la tendencia sobre los presuntos
responsables se mantiene: las fuerzas del orden encabezan la lista
con el 26% de los incidentes, seguidos de funcionarios e instituciones
de gobierno con 19%, desconocidos con 14%, y funcionarios de dependencias
policiacas con 11%. Todo ello evidencia, lamentablemente, que
las principales áreas interesadas en presionar, inhibir
o acallar a la prensa proceden del poder público.
e) De igual forma, durante el 2000 se mantuvo otra tendencia advertida
en el pasado: los reporteros fueron los más afectados con
el 42% de incidencias, seguidos de fotógrafos y reporteros
con el 18%. Y siendo un año electoral, no resultó
extraño que el 45% de tales informadores procedieran de
la fuente política, un 26% del área policiaca, y
un 17% de la fuente de información general.
f) La prensa sigue siendo el medio con mayores presiones ya que,
como en los tres años precedentes, en el 60% de los actos
los protagonistas afectados son de los medios escritos.
g) Finalmente, el periodo con mayor índice de actos contra
las libertades de expresión e información fueron
los tres meses previos a la elección presidencial, circunstancia
coincidente con años y épocas comiciales del pasado.
Con ello sólo se confirma un hecho irrefutable: que en
momentos previos a procesos electorales eventualmente suelen afinarse
instrumentos de presión o de búsqueda de control.
h) Si bien es cierto que el año 2000 no representó
un periodo tan difícil o cruento como en los cinco años
precedentes, también es irrefutable que el sexenio zedillista
sumó 865 actos contra el quehacer periodístico,
cifra más elevada que la registrada durante el régimen
salinista (520), aunque este último con 22 asesinatos más.
NOTAS
1) Véase Martínez,
Omar Raúl y Martínez, Verónica Trinidad.
Recuento de daños. Un acercamiento al estado de las libertades
de expresión e información en México durante
1997, editado por el Centro Nacional de Comunicación Social
y la Fundación Manuel Buendía; así como Martínez,
Verónica Trinidad; Pineda, Angélica y Martínez,
Omar Raúl. Recuento de daños 1998. Un acercamiento
al estado de las libertades de expresión e información
en México, editado por el Centro Nacional de Comunicación
Social, la Fundación Manuel Buendía, la Academia
Mexicana de Derechos Humanos y el Sindicato Nacional de Redactores
de la Prensa. Respecto del periodo 1994-1996, revísese
Martínez, Omar Raúl y Martínez, Verónica
Trinidad, "Agravios a periodistas mexicanos durante el primer
bienio zedillista", en Revista Mexicana de Comunicación,
núm 49, junio-julio de 1997. Además revísese
Recuento de daños. 1999. Un acercamiento al estado de las
libertades de expresión e información en México,
editado por el Centro Nacional de Comunicación Social,
la Fundación Manuel Buendía, la Academia Mexicana
de Derechos Humanos y el Sindicato Nacional de Redactores de la
Prensa.
2) Al respecto, consúltese el informe "La represión
a la prensa en México en el sexenio de Carlos Salinas de
Gortari (1988-1994)", elaborado por el Centro Nacional de
Comunicación Social en edición facsimilar, así
como Martínez, Omar Raúl, Barrera, Juan Antonio,
Narváez, Fabiola y Martínez, Verónica Trinidad,
"Un periodo sombrío para el periodismo mexicano",
en Revista Mexicana de Comunicación, núm. 40, mayo-junio
de 1995, pp.6-10.
3) En lo que concierne a los propósitos y organizaciones
integrantes de la Red Mexicana de Protección a Periodistas
y Medios de Comunicación, léase la información
contenida en la segunda y tercera de forros del presente informe.
4) Sobre la metodología utilizada para la elaboración
de este informe, consúltese el apartado "Criterios
de selección de casos", que inicia en la página
20 del presente documento.
5) Conviene resaltar que, como ha ocurrido en anteriores recuentos,
suele consignarse mayor información referida a la Ciudad
de México habida cuenta que la mayor parte de las fuentes
hemerográficas consultadas se editan en esta parte de la
República. Por esa razón, el que se consigne un
alto número de actos ocurridos en el Distrito Federal supone
una perspectiva tamizada por el centralismo.
Vitrina Metodológica
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