ANÁLISIS
DE LOS CASOS
1994-1996
Omar
Raúl Martínez/Verónica Martínez*
*Los
autores agradecen al licenciado Antonio Barrera Méndez,
profesor de la UAM Azcapotzalco, su valioso apoyo en el procesamiento
de datos.
Más
allá de contenerse, la escalada contra el quehacer de los
periodistas mexicanos va en ascenso. Por lo menos, eso es lo que
revela un estudio hemerográfico que realizó la Fundación
Manuel Buendía (FMB) sobre actos contra informadores durante
el primer bienio del sexenio actual.
Si
bien es cierto que se redujo sustancialmente la cifra de asesinatos
(6) en relación al mismo periodo del sexenio anterior1
(19), no puede soslayarse que proporcionalmente aumentó
el número de casos en un 37%. En otras palabras: mientras
que en un lapso de dos años del gobierno de Carlos Salinas
se registraron en promedio 173 actos contra el gremio periodístico,
en los dos primeros de la presente administración se consignaron
240.2 De esa forma, puede calcularse que ocurrió
una agresión cada tres días. Pareciera, en suma,
que se evitaron las medidas extremas (es decir, los homicidios),
pero a cambio se intensificó la regularidad y número
de las agresiones.
Como
antes se dijo, el seguimiento hemerográfico arrojó
el dato de seis periodistas ultimados en el periodo referido:
Roberto Rangel Torres, Ruperto Armenta, Dante Espartaco Cortés,
Ignacio Hernández Ramírez, Ezequiel Valencia García
y Edgar Masón Villalobos.3 Según las
fuentes, los tres primeros perdieron la vida por razones aparentemente
vinculadas al oficio informativo, los dos siguientes fueron asesinados
por motivos que se desconocen, y respecto del último se
carece de información suficiente.
Hechos
y oficios
De
acuerdo con el análisis de datos, los actos de intimidación
y hostigamiento, con 31%, y las agresiones tanto físicas
como verbales y atentados, con 30%, constituyeron los incidentes
que con mayor frecuencia padecieron los informadores. En orden
decreciente también se enfrentaron a demandas4 (13%),
detenciones (5%), secuestros (5%), allanamientos y tomas de medios
(5%) obstaculizaciones al quehacer reporteril (5%), y asesinatos
(3%), entre otros de menor cuantía.
En
tales eventualidades, como siempre, los reporteros continuaron
siendo el sector más agraviado al sumar 28% de las incidencias;
y le siguieron los fotorreporteros (13%), periodistas cuya especialidad
no fue identificada (13%), directores de medios (11%), corresponsales
(8%), columnistas y articulistas (8%), y con porcentajes menores
se registraron agresiones a conductores o locutores (5%) y editores
(3%).
Como
puede advertirse, la procedencia de los informadores agredidos
se concentró fundamentalmente en la prensa con 61% de los
casos consignados al englobarse a periódicos (51%), revistas
(6%) y semanarios (4%). En contraste, los medios electrónicos
alcanzaron un total de 19%, aunque sin considerar -al igual que
con el rubro de la prensa- la posible adición de escasos
puntos porcentuales por la ambigüedad de los apartados ÒotrosÓ,
ÒdiversosÓ y Òla fuente no lo indicaÓ.
Indefectiblemente,
y para no perder la costumbre, la mayor parte de los móviles
se agruparon en torno a la difusión de trabajos periodísticos
(sean informativos o de opinión) y al intento de la cobertura
noticiosa. De tal suerte, las causas referidas a información
publicada (sumando contenidos, denuncias, posibles contenidos,
críticas y posibles denuncias)5 representaron
un 46% de los 240 casos. Las agresiones ocurridas al momento de
procurar ejercer el oficio reporteril alcanzaron un 27%, en tanto
que las sucedidas por la divulgación de supuestas difamaciones
tuvo una recurrencia del 10%.
Ahora,
por lo que concierne a los presuntos autores de tan numerosos
amagos al trabajo informativo, el 33% fueron identificados como
miembros de las fuerzas del orden;6 el 24% pudieron
reconocerse como funcionarios de gobierno -por lo general de mediana
o baja jerarquía- y entidades gubernamentales7
a título institucional; un 10% se detectaron como simpatizantes,
miembros o representantes de organizaciones sociales; un 8% no
pudo ser identificado; y en otro 8% la fuente omitió el
dato.
Vale
resaltar que de los 240 hechos examinados, el 57% correspondió
a agresiones, amenazas, actos de hostigamiento e interferencias
a periodistas de manera individual; un 13% se centró en
demandas a informadores y medios; otro 13% fueron amagos a espacios
o medios; un 11% apuntó a perjuicios colectivos a comunicadores;
un 3% contempló agresiones a empleados; y un 2% resultaron
ser afrentas grupales a trabajadores ajenos al oficio informativo.
En
lo relativo a los estados donde se cometieron los actos contra
los periodistas, el Distrito Federal -toda vez que las fuentes
hemerográficas son capitalinas- concentró el 31%
del total;8 y en orden descendente le siguen: Tabasco
(10%), Tamaulipas (8%), Guerrero (6%), Chiapas (5%); así
como Oaxaca, Estado de México, Nuevo León y Veracruz,
cada uno con 4%; y Guanajuato, Chihuahua y Michoacán, cada
cual con 3% de incidencias.
El
análisis hemerográfico del primer bienio zedillista
desarrollado por la FMB constituye apenas un acercamiento a la
realidad que vive un importante sector del gremio periodístico
al verse perseguido, amenazado o reprimido como consecuencia del
desempeño de sus funciones. Una tarea de tal índole
significa sólo un primer paso en la lucha contra quienes
encarnan la intolerancia en su acepción más primitiva.
Falta la suma de voluntades solidarias con objeto de constituir
un frente organizado y reaccionar cuando se atente contra el ejercicio
responsable del periodismo. Finalmente, la libertad de expresión
no sólo es de quien la trabaja, sino también de
quien la defiende.
NOTAS
1)
Véase Martínez, Omar Raúl; Barrera, Juan Antonio;
N. Perafán, Fabiola; y Martínez, Verónica.
ÒUn periodo sombrío para el periodismo mexicano. Medio
millar de agresiones a periodistas durante el sexenio de CSGÓ.
RMC 40, Mayo-julio de 1995. pp. 6-10.
2)
Es preciso señalar que en la lista que se publica a partir
de la página 28 de este número de RMC, particularmente
se presentan los casos de periodistas. Los actos relativos a empleados
de los medios (12) no se reproducen en dicho listado por razones
de espacio, pero si se consideraron para el presente análisis
habida cuenta que se vinculan con la difusión del trabajo
periodístico (por ejemplo, voceadores intimidados o golpeados,
camarógrafos agredidos, etcétera).
3)
Vale la pena resaltar que se quedaron fuera de esa lista negra los
casos de Fernando Balderas (15/dic/96) y Francisco Morales Cervantes
(19/ago/95), pues el primero -al momento de su asesinato- ya no
ejercía el periodismo, y el segundo era un velador del periódico
de Puebla, que fue ultimado por robo. En ese sentido, también
resulta importante referir que los casos sin mayores implicaciones
que las del robo (39), tampoco se contabilizaron por ser evidentemente
ajenos al oficio periodístico. Es decir, tales asaltos los
sufrieron en su calidad de ciudadanos y no de profesionales de la
información. Al respecto, la FMB halló siete casos
cuyos móviles, de acuerdo con las fuentes, indudablemente
eran de carácter extraperiodístico, razón por
la cual se descartaron del presente estudio. La mayor parte de los
agravios consignados tienen o pueden tener vinculaciones de carácter
profesional.
4)
Nunca antes como en el bienio examinado se había presentado
un número de demandas tan alto contra periodistas y medios
(32). El dato convoca a reflexiones más profundas, pero en
primera instancia se advierte como una vía para inhibir el
trabajo periodístico. Otro asunto que se relaciona indirectamente
con el de las demandas, es la práctica que tanto jueces como
ministerios públicos comienzan a imponer a varios reporteros
y medios para que revelen la identidad de sus fuentes en que sustentan
sus trabajos. Tal aspecto también resulta inhibitorio para
la investigación periodística.
5)
Se decidió hacer esa clasificación para ser más
precisos en el manejo de la información, ya que casi nunca
se aportan informaciones sustentadas.
6)
Aquí se están sumando dos apartados: fuerzas del orden,
con 20%, y funcionarios de dependencias policiacas, con 13%. Se
hace tal clasificación con objeto de ser más puntuales.
7)
Se sumaron Instituciones de gobierno con 7%, y funcionarios de gobierno
con 17%.
8)
Esta cifra puede resultar un tanto engañosa habida cuenta
el avasallante centralismo y el descuido hacia la información
regional por parte de los medios capitalinos.
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